Mientras viajaba con mi madre, Mireya, me contaba las anécdotas de sus viajes, descubría culturas únicas y conocia a personas que le inspiraban.
Fue su oficio como azafata de vuelo, el que le hizo sobrevolar los montes suizos y enamorarse de la belleza de tan majestuosas montañas.
Año tras año, viaje tras viaje, nacía una colección que hoy es el fruto de cada recuerdo, de esa preciosa y aventurera vida que vivió mi madre. Además, en honor a esos momentos, cada diseño lleva el nombre de esas montañas.
En definitiva, fue su forma de ver el mundo y sus valores, los que hoy sellan la firma Alexander Wintsch.